jueves, 5 de octubre de 2017

En tiempos oscuros.

La alarma, el miedo y el desasosiego son más rápidos que la mecha más cebada. El miedo puede recorrer cuerpos, kilómetros, mentes y conciencias a la velocidad de un parpadeo. Antes, el terror llegaba en forma de parte radiofónico, de letras impresas o del vocerío del que recorre los pueblos con el mal agüero, ahora llega en forma de vídeo compartido, tertuliano televisivo o el maldito clickbait de un periódico digital. Diferentes medios e igual resultado.

Vivimos en un mundo que se va aletargando, en un primer mundo que cada vez es más cómodo porque nos permite construir armaduras y rodearnos del pensamiento amable y concordante con uno mismo. Escapamos de todo cierta sensación de huida atropellada, como ese ejército que se sabe derrotado y no es capaz de replegarse con el mínimo orden. Así somos, leemos lo que que escogemos leer, vemos lo que el morbo nos pide ver y opinamos entre iguales o con la intención de incendiar unos pastos ya quemados. Y somos felices porque nos creemos ganadores. Vencedores morales de una guerra contra el prójimo. Criticamos, opinamos sin saber y nos rasgamos las vestiduras si el "otro" comete la barbaridad de opinar de diferente forma. El criterio no existe porque no se permite. El diálogo es un término que se exige al gobernante pero que nosotros no empleamos en la vida diaria. ¡Qué dialoguen! Mientras bloqueamos en las redes sociales al que no piensa como nosotros.

Somos nuestro peor ejemplo y la causa de todos nuestros males, pero vivimos tranquilos porque la responsabilidad es del que está arriba, al lado o detrás nuestro. Y vivimos en tiempos oscuros. No por lo que pase, sino por la manera que tendremos de afrontarlo. Creemos tener el destino de naciones en nuestras manos porque tenemos una bandera comprada en un chino y la enarbolamos con la energía del que cree que defendiendo la Patria verá su futuro solucionado. Somos unos ilusos que hablamos de unidad y ocupación porque no hemos hecho otra cosa que ver películas y ser ajenos a lo que ocurre en el resto del mundo; en lugares que sí están jodidos de verdad. Aquí tenemos datos en el móvil, neveras llenas, Netflix y asistencia médica, pero seguimos quejándonos por todo y de todos.

Son tiempos oscuros en los que sumergirse en la Cultura es una opción más. De cobardes, de ciegos, de equidistantes... pero no más que los que pasan sus horas pendientes de lo que dicen los demás, de quemar las redes al mismo ritmo que se queman las neuronas. ¿Quién es el cobarde en estos tiempos oscuros?

2 comentarios:

  1. No cambiamos: somos rojos y negros,o de paella y spaguetti, o Villadiego y Villa reina... Dos bandos, y sólo puede quedar uno para someter al otro. Nos viene en la naturaleza española.

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    1. Tenemos el mismo instinto que los de las pelis de Los Inmortales.

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