Si Nueva York bajo el terror de los zombies fue ya un intento de exprimir el éxito de taquilla del Zombi de Romero, ya que en gran parte de Europa se bautizó como Zombi con el montaje de Dario Argento y la música de Goblin, no quedaba sino seguir con la vereda de las secuelas apócrifas del film del creador de La noche de los muertos vivientes. Por ello, en un tardío 1988 llegó a algunas pantallas de cine, y en el 89, a los videoclubes españoles… ¡Zombi 3! El éxito de Nueva York bajo el terror de los zombies había sido espectacular y la veta de pelis como El regreso de los muertos vivientes (Dan O´Bannon) o El día de los muertos(del propio Romero) seguía ofreciendo beneficio.
Y firmada por el mismo director del anterior film: Lucio Fulci. Firmada que no filmada en su totalidad, ya que le echaron un cable Bruno Mattei y Claudio Fragasso, dos “maestros” del cine de explotación mediterránea.
Lucio Fulci es “il maestro” por antonomasia del aficionado a la explotación italiana. Director de obras tan llamativas como personales: Más Allá, La ciudad de los muertos vivientes, El destripador de Nueva York, entre otros clásicos del videoclub de oferta de fin de semana, se forjó una carrera desde la década de los sesenta en todo tipo de géneros, desde la comedia, hasta el poliziesco, pasando por el western. Un hombre que llegó a la dirección porque no le llegaba el sueldo con su labor de guionista y que no estuvo especialmente inclinado hacia el terror, aunque el mercado le empujó al Olimpo del género. Un director que supo darle estilo y diferenciación formal en la mayoría de sus trabajos y que supo elevarse por encima de sus coetáneos. Y que en Zombi 3 no estaba en la mejor de las formas.
Porque Zombi 3 fue un rodaje infernal en Filipinas, una película rodada a seis manos con la precariedad por bandera, el clima más pegajoso y una cirrosis que apartó a Fulci del rodaje. ¡Una aventura al más puro estilo italiano!
Pero, ¿de qué va Zombi 3? En un país por determinar, y en lo que parece una central nuclear y laboratorio biológico, un grupito de científicos de esos que lo gozan jugando a ser Dios y lamentándose después de ello crean el potente Death 1. Un gas que revive a los muertos y que los convierten en devoradores de carne. Un gas que actúa con una rapidez inaudita y que, ¡oh!, es robado por un grupo de ecoterroristas de esos que agarran el maletín con el gas y echan a correr por la selva como alma que lleva el diablo. Uno de esos terroristas de intenciones jamás explicadas recala en un hotel de media estrella donde empieza a infectar los pobres empleados y convertirlos en zombis contrahechos, purulentos y de capacidades cognitivas diversas según lo exija la escena.
Un grupito de turistas y unos soldados escapados del rodaje de El guerrero americano 2, van a caer a la zona cero y tendrán que escapar no sólo de los zombis sino de unos equipos de limpieza que el inepto general Morton ha enviado para tapar el affair del gas Death 1. Un dislate.
El director Dean Sarafian convertido en héroe de acción, la guapísima Beatrice Ring como damisela en apuro, uno de los famosos hermanos, Ottaviano Dell´Aqua y Massimo Vanni, un habitual de estas producciones, encabezan esta producción con un guion modificado veinte veces y que se cataloga más como una película de acción con notas de gore que como un film de terror al uso. Lo que llamaríamos ahora un survival horror con un esquema propio de videojuegos como Resident Evil. Nuestro equipo de supervivientes se enfrenta a zombis formados por figurantes ajenos a la prevención de riesgos laborales que les atacan con machetes, o con lo que pillan, incluidas cabezas voladoras de que surgen de frigoríficos o partos zombis que luego adaptaría con mayor fortuna Zack Snyder en su Amanecer de los muertos. Amén de acrobacias, tiroteos contra el ejército, escapes en helicóptero y demás troppos del género pero todo con mucho ritmo, con desenfreno y ganas de que todo termine. A lo César lo que es del César y gran parte del mérito de que la película vaya a tres mil por hora y pase de todo se debe al montaje de Mattei y sus añadidos al rodaje: pura adrenalina de guerrilla al servicio del propio mercado italiano. Un mercado con vocación comercial que ya daba sus últimas boqueadas después de unos años de éxito. Franco di Girolamo se encargó del maquillaje y los efectos especiales en un entorno poco saludable y con temperaturas asfixiantes, como señalaría parte del elenco y el equipo. Un rodaje digno de un documental donde Fulci se marchó a Italia porque no podía más, y tuvieron que rodar media hora de metraje con sólo uno de los actores protagonistas. Al final, con oficio, pudieron sacar un producto digno dentro de los cánones del género y que está revestido de un aura de culto que no sé si es justo con el resultado final.
Zombi 3 es esa película que meten en el saco de malas pero divertidas, tal vez llevados por prejuicios o mala conciencia cinéfila. ¿Es mala? No más que otras muchas. ¿Es divertida? Para mí sí, y mucho. Zombi 3, junto con La invasión de los zombis atómicos de Umberto Lenzi, es una de mis pelis de explotación favoritas. Un placer nada culpable (cómo odio esa expresión), que viene bien de tanto en tanto.
Ya sabes que cambié mi opinión sobre esta película. Tenía una impresión sobre un recuerdo muy muy antiguo. Vista recientemente, pues oye es divertida, no puedo decir que me aburra, efectivamente no es más mala que otras y además...
ResponderEliminarSale un Dell´Aqua. Nuff Said!!!!
Articulazo xD